La infame marca de Muzak Holdings ha estado tan presente en la vida de los ciudadanos norteamericanos en el siglo pasado que, muchas veces, la palabra “muzak” se trata como un sustantivo común, como sinónimo de música de fondo. También conocida como música de ascensor, la aliteración entre música y muzak nos recuerda el gag de los Simpson de Ketchup y Catsup. Esta es esa versión insípida de la música real, sin personalidad, utilizada como fondo en ascensores, centros comerciales y grandes superficies, que da pesadillas a todos aquellos que la escuchan de forma prolongada.
Muzak comenzó su imperio en 1934, pero con los años y el auge de la cultura juvenil de los años 60 y 70, que buscaba personalidad en el arte, se convirtió en sinónimo de mala música, corporativismo en estado puro. El proto-meme fue tan grande en ese momento que la estrella de rock Ted Nugent intentó comprar Muzak Holdings por 10 millones de dólares con la única intención de cerrarla.
Pero, ¿cómo llegó una música tan popularmente desagradable a estar en todos los pequeños rincones de nuestras vidas? Antes de que llegara Internet, era relativamente fácil desorientar a la gente con estudios sesgados sin apenas oportunidad de contrastar la información. Muzak encargó
Años más tarde, las tornas han cambiado, con numerosos estudios que señalan que la música es más eficaz en entornos comerciales cuando se ajusta a la imagen de marca. Por ejemplo, un experimento fascinante realizado en una bodega demostró que los clientes gastaban
Por esta razón, en SoundMachine, apostamos por la variedad musical para que cada negocio pueda elegir qué tipo de música se adapta mejor a su imagen de marca. Además de contar con más de 300 emisoras de música, el servicio de música para empresas ofrece la posibilidad de importar sus listas de reproducción desde otras plataformas como